Y si la luna siguiera tus pasos, cálida y oscura;
fría de anhelos lejanos y locuras transpuestas.
Y si caminaran mis dedos por tus pechos dolientes,
encontrarían el objeto y deseo distante,
del suspiro y el trago de piedra.
Y si mi boca besara tu cintura de aire,
y recorriera a gritos tu cuerpo endulzado;
tus brazos a mi alma llegasen.
Pero mis manos tiemblan! Trastabillan perdidas!
Si conociera el camino a tus caderas,
podría llenar de glorias y penas y penas tu ombligo desnudo.
Pero mis ojos se pierden! Y se ocultan temblando,
del tentador compás, de tu pasión de horizontes,
de tu andar de ninfa, altar onírico.